lunes, 15 de octubre de 2007

La responsabilidad social de las empresas

Tomado de http://www.revistafuturos.info/

La Empresa
La empresa debe ser una asociación de personas que colaboran entre si con objeto de producir con su trabajo bienes y servicios. Siendo la célula básica de la estructura económica, debe la empresa someterse dentro de sus actividades al objeto esencial de la economía, que es el de satisfacer las necesidades reales de todos mediante la mejor utilización de sus medios dentro de unos planes que han sido elaborados democráticamente.
Siendo una asociación de personas, y sin dejar de esforzarse por alcanzar la mayor eficacia posible, la empresa debe permitir la participación real y activa de todos sus miembros en las responsabilidades de la organización de la empresa y del conjunto de sus actividades. Esta participación debe hacer posible el que los trabajadores tengan acceso al control del funcionamiento de la empresa por virtud de su fuerza sindical dentro de ella. En efecto, la CMT no consiente que la propiedad, la gestión y el beneficio de la empresa sean acaparados por los que aportan el capital o por sus representantes.
(Artículo 6, Declaración de principios de la CMT)
Un mito tan antiguo como el capitalismo
La importancia que han tomado las empresas transnacionales es el resultado de un viejo proceso que se ha acelerado y transformado en estos últimos años.
Durante el siglo XIX, los trabajadores eran objeto de explotaciones sistemáticas (bajos salarios, condiciones inhumanas de trabajo, disciplina militar en las empresas, desempleo frecuente y trabajo infantil). Eran menospreciados y considerados como objetos, e incluso se decía lo siguiente: "clases trabajadoras, clases peligrosas". De allí que hasta 1920, los empleadores, preocupados por borrar o atenuar la explotación y la miseria social, multiplicaran las "buenas obras" (escuelas privadas, iglesias, instituciones benéficas, asociaciones deportivas).
En este sentido, cabe destacar la eliminación del trabajo infantil en Europa entre 1850 y 1920. Los empleadores y las cámaras de comercio de Francia, Bélgica y Gran Bretaña siempre se opusieron a todo tipo de reglamentación (duración del trabajo, inspecciones periódicas, escolaridad), lo que, según ellos, habría representado distorsiones de competencia. Por el contrario, acusaban a los padres de esta situación y organizaban ellos mismos, en los talleres, cursos y actividades recreativas para los niños trabajadores, así como talleres artesanales para las madres de esos niños. Las actividades eran animadas generalmente por las mujeres de los patronos. El paternalismo es el elemento que hace que surjan todas estas acciones, que por cierto siempre han sido evaluadas en términos de costos y beneficios para las empresas.
Estos buenos principios no duraron mucho tiempo, ya que surgieron circunstancias desfavorables, como lo muestra la historia social europea. Además, los buenos principios siempre han sido utilizados para esconder las realidades. Mientras más se gerencie a corto plazo, más se hablará de desarrollo sostenible; mientras haya más desempleo, más se hablará de la gestión preventiva del empleo. Como lo afirma el sociólogo Michel Vilette, "decimos lo que quisieran oír aquellos que sufren una realidad inversa1".
A pesar de algunos mecanismos de contención, las transnacionales adquieren más poder
En virtud de la ley de aumento del rendimiento, la concentración forma parte de las reglas el juego de la economía capitalista.
Desde finales del siglo XIX, los hechos comenzaron a demostrar que ya no existía la situación de competencia perfecta, según la cual ningún actor era capaz de ejercer por sí solo una influencia decisiva en un mercado. Las leyes antimonopolio debían frenar el poder excesivo de algunos grandes grupos. Todavía existen, pero en la mayoría de los casos no son eficaces. Desde entonces, la concentración no ha dejado de aumentar, y los más grandes absorben generalmente a los más pequeños, sin importar las fronteras.
Actualmente, la globalización se caracteriza por la pérdida de poder de las autoridades nacionales e internacionales. Sus tres elementos clave son la liberalización, la privatización y la desregulación. Es el paraíso de las empresas transnacionales que actúan como mejor les parece, sin darle necesariamente mayor importancia al aspecto social y a los derechos humanos.
Las consecuencias del poder que se otorgan las empresas transnacionales han sido analizadas frecuentemente y denunciadas por las organizaciones sindicales, las ONG, e incluso por algunos gobiernos, ante las instancias internacionales, particularmente la OIT, el ECOSOC, la Comisión de Derechos Humanos y la Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Ética ¿moda o necesidad?
La noción de responsabilidad social de las empresas es tan antigua como las mismas empresas. Como acabamos de señalar, simplemente tenía otros nombres en otras épocas: paternalismo, obra de caridad o ética.
Desde hace varios años, los empleadores, en complicidad con algunos gobiernos, han hecho todo lo posible por desregular y flexibilizar la esfera económica y social, dándole mayor prioridad a los accionistas que a los trabajadores, cuando resulta que estos últimos son los que hacen la riqueza de las empresas.
En el plano nacional, esta estrategia se tradujo en una reforma del mercado laboral que condujo a la adopción de nuevas leyes. Estas leyes están rodeadas por un aura de modernidad, pero en el fondo son las mismas del pasado, ya que degradan las condiciones de trabajo y atentan contra varias prerrogativas esenciales para los trabajadores (estabilidad laboral, libertad sindical, derecho a la negociación colectiva, protección contre los despidos injustificados, etc.).
A nivel internacional, se planteó la revisión de las normas existentes, lo que, como vemos, no se ha traducido en mejoras. Además, los empleadores se oponen a la adopción de nuevos convenios internacionales en torno a aspectos sumamente importantes para los trabajadores, como el de la subcontratación.
Esta desregulación a ultranza ha dado pie a todo tipo de abusos. Actualmente, en nuestra sociedad globalizada, la inmoralidad y la amoralidad han alcanzado niveles que los ciudadanos, el mundo político e incluso el sector privado ya no pueden tolerar. De allí que una gran cantidad de empresas acepten con gusto, al tiempo que destacan el carácter voluntario de la acción, que se retome la discusión sobre su responsabilidad social y medioambiental.
Durante la década pasada, se hizo especial énfasis en la ética y, por ende, en la responsabilidad social de las empresas. En ese momento, se observó una proliferación de códigos de conducta. Ciertas declaraciones sonadas en cuanto a la ética de algunas empresas no son más que pura propaganda, a veces ni siquiera disimulada, y sirven como medio de manipulación. ¡Enron y Worldcom no dejaban de mencionar su carta ética!
En efecto, "las consideraciones en torno a la imagen y la reputación juegan un papel esencial y se han incrementado en el competitivo ambiente de las empresas". Hoy en día, las empresas están cada vez más conscientes de que a la larga, el éxito comercial y los beneficios para los accionistas no dependen únicamente de una maximización de las ganancias a corto plazo, sino más de bien de un comportamiento que, por estar basado en el mercado, debe ser responsable" 2.
No se puede entonces generar ganancias sin responsabilidad, la cual no es solamente económica. No obstante, para un gran número de empresas, su única responsabilidad consiste en hacer dinero, ya que "la responsabilidad moral de la empresa es fundamentalmente subversiva, arruina las bases de la sociedad capitalista liberal". Milton Friedman, Premio Nóbel de Economía, sostenía la idea de que "la única responsabilidad social de la empresa es aumentar sus ganancias" para que los accionistas obtengan el mayor beneficio3.
Otra razón importante que obliga a la empresa privada a "moralizar" al menos un poco sus actividades radica en el hecho de que "a fin de poder identificar mejor los factores intrínsecos de riesgo y de éxito de una empresa, así como su capacidad de respuesta ante la opinión pública, los participantes financieros exigen que se les suministren datos que van más allá de los tradicionales informes financieros"4. Luego de haber privilegiado, en la época de los Golden Boys, la especulación, la creación de valor y el cortoplacismo, el mercado, basado en una tendencia persistente a la baja debido a algunas catástrofes sonadas, redescubre las virtudes del largo plazo y del famoso adagio "la ética paga" (ethics pays). A la larga, una empresa responsable es más rentable que una empresa que no sabe de moral ni de respeto.
Por otra parte, la importancia creciente que se le ha dado a la responsabilidad social de las empresas refleja también la pérdida de influencia del Estado pregonada e implementada por las instituciones financieras internacionales (FMI, Banco Mundial).
Las iniciativas privadas voluntarias también pueden hacer que el Estado renuncie a la adopción de nuevas regulaciones, demostrando que la industria ya respeta los intereses de la población. En efecto, en algunos casos, el Estado promueve las iniciativas de las empresas considerando que eso le evita establecer leyes.
La ética sobre la etiqueta: una estrategia de autodefensa del capitalismo
Tanto en el pasado como en el presente, cada vez que se ha incluido la ética en las empresas, ha sido para preservar el capitalismo.
¿Las cartas y otros códigos de conducta elaborados unilateralmente por los directores de empresariales contribuyen a mejorar las medidas de protección de los asalariados o, por el contrario, las desmejoran y debilitan el derecho laboral? Estas iniciativas dejan obligaciones vinculantes a la buena voluntad de los jefes de las empresas. Las cartas y códigos de conducta constituyen en efecto una privatización del derecho que plantea importantes problemas jurídicos. De hecho, su objetivo verdadero de obstaculizar la intervención del legislador que presuntamente se vuelve inútil conduce en realidad a privatizar la regla de derecho y a transformar al jefe de la empresa, director interesado como justiciable potencial, en legislador, policía y juez, en detrimento de la más elemental separación de los poderes"5.
"Ante la proliferación de las iniciativas voluntarias, la OIT recibe cada vez más solicitudes, algunas para que actúe, otras para que se abstenga de actuar"6. Sin embargo, por el momento, esta Organización no actúa realmente, ya que es muy grande la presión de los empleadores, particularmente la de su organización internacional, la OIE.
La mayoría de los gobiernos deseaban, en un principio, un control público de las inversiones internacionales…
Durante los años siguientes al final de la Segunda Guerra Mundial, se crearon diferentes instituciones internacionales con miras a organizar el sistema monetario y el comercio internacional. Las organizaciones internacionales volcaron sus esfuerzos inicialmente hacia una mejor delimitación de las políticas comerciales y financieras.
Con este escenario de fondo, se firmó la Carta de La Habana el 24 de marzo de 1948, en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Empleo que se celebró en La Habana del 21 de noviembre de 1947 al 24 de marzo de 1948. Mediante esta Carta se creó la Organización Internacional del Comercio y se trató, en sus artículos 16 y 40 al 54, el tema de las inversiones internacionales y las prácticas comerciales restrictivas.
Esta Carta no fue ratificada por el Congreso estadounidense, y en consecuencia, se creó el GATT como una "solución temporal", dejando así las actividades del comercio internacional fuera del marco de acción de las Naciones Unidas, actividades que se regían por reglas estrictas en materia comercial, pero muy discretas en materia de derecho laboral. Seis años más tarde, mediante la Conferencia de Bandung (1955), se creó el Movimiento de los No Alineados. En el momento en que se organizó esta Conferencia, los países en desarrollo cuestionaron las reglas del juego económico internacional y propusieron reformas estructurales, particularmente en materia de comercio internacional.
En 1964 se creó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), cuya principal finalidad era establecer relaciones comerciales más equitativas entre el Norte y el Sur, y promover los intercambios Sur-Sur, es decir, su objetivo era conciliar el comercio internacional y el desarrollo. De esta manera, los países en desarrollo esperaban impulsar "un nuevo orden económico internacional" y, sobre todo, un "nuevo orden comercial" que tomara más en cuenta sus intereses en las instituciones o foros internacionales de carácter económico
…y por ende, un control público de todas las empresas multinacionales
En 1962, ya la Resolución 1803 de las Naciones Unidas sobre la Soberanía permanente sobre los recursos naturales abarcaba varios principios relacionados con las empresas multinacionales, particularmente porque más del 65% de las actividades que llevaban a cabo en los países en desarrollo correspondían a la explotación de recursos naturales.
Más tarde, en 1974, el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) creó el Centro de empresas transnacionales y la Comisión sobre las empresas transnacionales, a fin de elaborar una "serie de recomendaciones que, tomadas en conjunto, representarían la base de un código de conducta para las empresas transnacionales". Esta decisión respondía a una recomendación del Grupo de personalidades nombrado por el ECOSOC que había presentado su informe unos meses antes y que consideraba que un código de conducta podría actuar "como un instrumento de persuasión moral reforzada por la autoridad de las organizaciones internacionales y la opinión pública". Otro de los factores que dieron lugar a la redacción de este informe era la convicción de que "un código de conducta de las Naciones Unidas constituía una ocasión única que las empresas transnacionales no deberían dejar pasar". Durante su segunda sesión, la Comisión sobre las empresas transnacionales se fijó como objetivo proponer un código de conducta para la primavera de 1978. La noticia tuvo muy poca acogida en los círculos empresariales.
En esa misma época, en diciembre de 1974, las Naciones Unidas adoptaron la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados, que estipula, en su preámbulo, que "debería constituir un instrumento eficaz con miras a implantar un nuevo sistema internacional de relaciones económicas".
Pero las empresas transnacionales no lo entendieron de esa manera y reaccionaron
Rápidamente, las empresas transnacionales se involucraron en el Sistema de Naciones Unidas, cooperando de manera institucionalizada con la FAO y el PNUD y participando dentro de las delegaciones gubernamentales – con justificaciones técnicas – en las negociaciones que se llevaban a cabo en la UNCTAD, la ONUDI, la OMPI, la FAO, etc. De esa manera, defendían sus intereses, que son diametralmente opuestos a los de los países del Sur.
En 1972, la Cámara de Comercio Internacional (CCI) publicó su "Guía para las inversiones internacionales", en la que se destacaban, entre otros, los efectos nefastos de un código impuesto y restrictivo que sería un obstáculo para la inversión internacional.
Casi todas las empresas transnacionales tenían su sede en los países industrializados y las tres cuartas partes de las actividades comerciales y de inversión se realizaban en la zona OCDE. Como los países industrializados se encontraban en situación minoritaria en las Naciones Unidas, decidieron definir su política con respecto a las empresas transnacionales en el marco de la OCDE. Como defendían los intereses de sus empresas transnacionales ("lo que es bueno para la Ford es bueno para EEUU"), no querían un código vinculante y adoptaron en junio de 1976, en el mismo seno de la OCDE, las "Directrices para la inversión internacional y las empresas multinacionales". Si bien los Estados son los encargados de su aplicación, se trata de principios voluntarios, no vinculantes. De esta manera, los países industrializados anunciaban que no estaban listos para aceptar que las actividades de las empresas multinacionales "fueran controladas de manera excesiva".
Lo que sucedió en la OCDE tuvo una influencia determinante en la OIT en el marco de la "Reunión consultiva tripartita de expertos sobre las relaciones entre las empresas multinacionales y la política social de la OIT", que tuvo lugar, en un primer momento, en mayo de 1976, y en la que se concluyó que era necesario elaborar una Declaración tripartita de principios sobre las empresas multinacionales y la política social.
"El consenso de la OCDE fue impuesto en la OIT por la delegación estadounidense (empleadores y gobiernos reunidos)" 7 En efecto, en abril de 1977, durante la sesión de la Reunión consultiva tripartita, se adoptó la Declaración tripartita de principios sobre las empresas multinacionales y la política social. Los votos estaban repartidos de la siguiente manera:
22 votos a favor, de los cuales 6 eran sindicalistas;
1 voto en contra, de 1 sindicalista, y;
1 abstención, de 1 sindicalista8
Esta Declaración fue aprobada luego por el Consejo de Administración de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), en noviembre de 19779. El Código de conducta de la OCDE y la Declaración de principios de la OIT, ambos de manera explícita o por omisión, respondieron eficazmente a las prioridades de los empresarios 10.
Las Naciones Unidas todavía no han adoptado un código de conducta sobre las empresas transnacionales
En 1993, durante el proceso de reestructuración de las Naciones Unidas, se cerró el Centro de Empresas Transnacionales, y en febrero de 1995, la Asamblea General de la ONU decidió que la Comisión de Empresas Transnacionales debía convertirse en una Comisión del Consejo de Comercio y Desarrollo y ser bautizada nuevamente con el nombre de Comisión de Inversiones Internacionales y Empresas Transnacionales.
Cabe destacar que el Secretario General de la ONU recordó el 17 de julio de 2000 que el sector privado jugaba un papel activo en el seno de la Organización de las Naciones Unidas y que se debían intensificar la cooperación y las alianzas entre la Organización y actores que no fueran los Estados, particularmente actores del mundo empresarial. En este sentido, el Pacto Mundial (Global Compact), lanzado en 1999 por el Secretario General, estaba llamado a constituir un marco general apropiado para la cooperación con el mundo empresarial.
El asunto de los códigos de conducta ha estado en discusión por mucho tiempo en el seno del Grupo de trabajo sobre los métodos de trabajo y las actividades de las empresas multinacionales de la Subcomisión de Promoción y Protección de los Derechos Humanos de la ONU. La Subcomisión adoptó, durante su sesión de agosto de 2003, las "Normas sobre la responsabilidad en materia de derechos humanos de las sociedades transnacionales y otras empresas".
Este texto fue presentado ante la Comisión de Derechos Humanos de marzo de 2004 con miras a conformar un grupo de trabajo encargado de su análisis. Pero hasta ahora la iniciativa no ha prosperado, debido a la enorme presión ejercida por varias organizaciones que representan al sector privado.
Esta propuesta de código abarca el derecho a la igualdad de oportunidades y a un trato no discriminatorio, el derecho a la seguridad de la persona, los derechos de los trabajadores, el respeto a la soberanía nacional y a los derechos humanos, las obligaciones relativas a la protección del consumidor y del medio ambiente, y las disposiciones generales en torno a la implementación.
En el próximo capítulo se abordará de manera más exhaustiva el tema de los códigos de conducta, que constituyen una de las formas de la responsabilidad social de las empresas.
¿Qué significa la expresión "responsabilidad social de las empresas?
Según la Comisión Europea, "'el concepto de responsabilidad social de las empresas significa la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores (...). Esta responsabilidad se expresa en relación con los asalariados, y de manera más general, con todas las partes involucradas (stakeholders) que se preocupan por la empresa y que a la vez, desean influir en su éxito". (Comisión Europea, Libro Verde, 2001)
Para otros, la responsabilidad social de las empresas implica "tomar en cuenta las consecuencias que tienen las actividades de las empresas anónimas sobre el ser humano, la sociedad y el medio ambiente, en particular gracias a que la empresa mantiene ‘relaciones leales y equitativas con todos sus socios’: accionistas, socios capitalistas, empleados, sindicatos, proveedores, clientes, competidores, colectividades públicas y todas las personas o colectividades afectadas por las actividades de las empresas". (Accionariado para el desarrollo sostenible (ACTARES), Carta y Estatutos de la organización)
El Director General de PricewaterhouseCoopers, S.A. Dipazza, define la responsabilidad social como la "globalización alternativa" ante el conflicto entre lo pro y lo anti globalización. (Foro Económico y Social, Nueva York, febrero de 2002)
Este concepto agrupa, en efecto, elementos muy diversos: cartas, certificaciones sociales, certificaciones ecológicas, inversiones socialmente responsables, códigos de conducta, etc.
Para la CMT, "la responsabilidad social de las empresas consiste en que las empresas definan por sí mismas, de manera unilateral y voluntaria, las políticas sociales y medioambientales, con ayuda de instrumentos alternativos que no sean ni los convenios colectivos ni la legislación. Para alcanzar estos objetivos, las empresas proponen alianzas con múltiples actores".
Notas
[1] Le Monde, le Monde de l’économie, 03/12/2002.
[2]Comisión Europea. "La responsabilidad social de las empresas: contribución de las empresas al desarrollo sostenible". Julio de 2002.
[3] Albert, Michel. "Une nouvelle économie sociale de marché". En: Futuribles, N° 287, 2003
[4] Op. Cit.
[5] Mireille Delmas-Marty. En: Le Monde, 27 / 11/ 2001.
[6] Oficina Internacional del Trabajo. GB.273/WP/SDL/1 de noviembre de 1998.
[7] Gérard Fonteneau. in "à propos de la responsabilité sociale des entreprises" Mars 2003
[8] Gérard Fonteneau. Op. cit.
[9] Esta Declaración está disponible en la dirección: http://www.ilo.org/public/french/employment/multi/download/french.pdf

Aportar al Desarrollo Social, por:Cristina Heredia de Antakly

“Todos podemos beneficiarnos de las labores de Responsabilidad Social Empresarial, ya que las áreas en las cuales esta actúa son innumerables: formación para el trabajo, atención a los menores en situación de riesgo, artes, cultura, defensa civil para emergencias, educación, salud, deportes”
Karina Iglesias MendesSOS Aldeas Infantiles Venezuela, es una organización de desarrollo social, cuya visión es que cada niño sin hogar, pertenezca a una familia y tenga oportunidad de crecer con amor, respeto y seguridad. Por lo tanto, su misión es crear familias para niños y niñas necesitados, ayudarlos a formar su propio futuro y participar en el desarrollo de sus comunidades.
Para la Presidente de SOS Aldeas Infantiles de Venezuela la Responsabilidad Social Empresarial es el compromiso que tienen las empresas, grandes o pequeñas, a través de variadas actividades, para desarrollar o apoyar programas que contribuyen a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en cualquiera de las áreas de actividad del ser humano. "La responsabilidad social compete a todos los integrantes de una sociedad, no sólo a las empresas" afirma Cristina Heredia de Antakly.
"El desarrollo de los recursos humanos lleva directamente hacia el éxito de la actividad empresarial. La responsabilidad empresarial es la forma de apoyar al desarrollo de los ciudadanos y de esta manera se apuesta al éxito de la sociedad en su conjunto. Un ciudadano corporativo es aquel que forma parte del cuerpo social, como un todo" explica la ejecutiva.
Según el concepto que define Cristina Heredia, acerca de las labores filantrópicas, es que deben estar dirigidas a apoyar el desarrollo de ciudadanos y comunidades, no a hacer labor asistencialista solamente. Considera que la empresa antes de iniciar una labor filantrópica por su cuenta, debe estudiar en su entorno cuáles organizaciones serias, transparentes, con éxito comprobado, trabajan en el área a la cual la empresa está dispuesta a apoyar, para poder unir sus esfuerzos con los de los especialistas en la materia.
"La comunicación y difusión de las actividades de RSE son importantes no para dar a conocer que la empresa invierte en actividades sin fines de lucro, sino para reforzar el concepto de que todos formamos parte del cuerpo social y por lo tanto, nos conviene, nos interesa, es responsabilidad que nos compete a todos, que la sociedad se desarrolle, prospere, crezca armónicamente y que sus ciudadanos tengan mejor calidad de vida, gracias al esfuerzo de todos" indica Heredia.
Dentro de las iniciativas de RSE asumidas por SOS Aldeas Infantiles se encuentra el apoyo en el campo de la atención a niños y niñas en riesgo social, incluyendo a organizaciones que trabajen en la misma área de atención y que lo requieran. La presidente comenta que "como cualquier otro ente que forme parte de la Sociedad, comenzando por la obligación constitucional del Estado hasta el último ciudadano, todos somos responsables de lo que es y/o en lo que se convierta nuestra sociedad".
"Las organizaciones de desarrollo Social y las Organizaciones no gubernamentales, son la repuesta de la Sociedad a los problemas que aquejan a nuestras sociedades. Si pasamos una mirada hacia atrás, hace unos quince años, no existían la cantidad de ODS y ONG que existen hoy día y la perspectiva es continuar creciendo. La RSE también se ha ido extendiendo y fortaleciendo entre las empresas, pequeñas, medianas o grandes. Definitivamente creo que hoy día hay una comprensión mayor de lo que significa formar parte de una comunidad y de la solidaridad que debe existir entre todos los seres humanos", concluye Antakly.