sábado, 6 de diciembre de 2008

De pensadores del desarrollo a actores del desarrollo

Tomado de Revista Futuro

En este artículo el autor asume que el desarrollo empieza en primera instancia en la mente de las personas que conforman la sociedad. Comienza desde la individualidad, irradia hacia la comunidad, y la sociedad. En otras palabras, como mismo se puede aceptar que el lugar donde comienzan las guerras es en el corazón, la psiquis, la conciencia, la mente de los individuos, así ocurre también con el desarrollo. Desde luego, dicho de este modo pareciera que lejos de estar escribiendo en estos momentos un artículo científico, más bien este autor está escribiendo un libro quimérico. Pero hay algo ineludible, y es que de la misma manera que la guerra no alcanza a toda la sociedad, así también ocurre con el desarrollo. Por tanto, como mismo se trazan estrategias para que aquella no se generalice, han de trazarse estrategias para que el desarrollo sí lo haga. Esto puede lograrse siguiendo un conjunto de pasos que impliquen sembrar la concepción de desarrollo en toda su expresión y lograr que el hecho de que se “piense el desarrollo” no signifique que se deje de intentar “actuar el desarrollo”. Se ha de tomar lo positivo que han legado los pensadores del desarrollo hasta la actualidad y entronizarlo en el contexto en que vive la humanidad.No es pretensión de ninguna manera en este momento exponer una nueva teoría del desarrollo, sino abordar de forma general cómo ha evolucionado teóricamente el desarrollo en general, luego el desarrollo sostenible en particular y por último, lejos de trazar alguna estrategia en específico, proponer tres pasos genéricos que el autor considera deben implementarse para que el individuo aprenda a pensar el desarrollo y llegue a ejecutar acciones para que ese pensamiento se materialice. Por lo que el objetivo de esta breve investigación ha consistido en “Proponer un conjunto de pasos genéricos encaminados a enseñar a las comunidades y la sociedad a ser correctos pensadores del desarrollo sostenible, lo cual permita que se constituyan en fin de cuentas en verdaderos actores del desarrollo sostenible”.Primeramente se abordarán elementos del desarrollo, luego se especifican aquellos relacionados con el desarrollo sostenible y finalmente se proponen los tres pasos genéricos. El autor desea aclarar que esta no es la última palabra acerca del tema, sino que muchos han de levantarse en este mundo aún, que se dignen a abordar las temáticas del desarrollo, tanto en lo teórico como en lo práctico, y eso implicará, optimistamente hablando, un enriquecimiento y elevación de la dignidad humana y por ende de los pueblos componen toda la sociedad. Debe quedar claro que los pasos abordados en el presente trabajo son solo una propuesta, lo cual significa que para nada se pretende asumir que ellos son una fórmula rígida y única para todas las situaciones.
La evolución de la teoría del desarrolloEl desarrollo es algo que compete a la localidad, la comunidad y la sociedad. Es un concepto difícil de definir. Esta dificultad surge de la multiplicidad de dimensiones implícitas en el concepto, la forma como se percibe y las prioridades que se dan a cada una de ellas, estas son múltiples y difieren según las perspectivas desde las cuales se analizan; sin embargo, podría afirmarse que siempre está asociado al aumento del bienestar individual y colectivo, a los cambios de la estructura económica y social, involucrando la sociedad entera en todos los aspectos.El crecimiento es una noción más sencilla, se refiere al aumento de las actividades de producción de bienes y servicios, pero no forzosamente implica un cambio en la estructura económica y social. El concepto de desarrollo contiene en sí la idea del crecimiento económico.En el debate internacional, en ciertos casos, se tiende a homogeneizar el crecimiento económico con el desarrollo, cuestión que no debe ser tomada como cierta. Por tal razón y para mejor comprensión de este trabajo, a continuación se explica la diferencia y evolución de ambos conceptos.Después de la Segunda Guerra Mundial, creció el interés sobre los modelos de crecimiento macroeconómico y las cuentas de ingresos nacionales. Las variables que podían ser fácilmente medibles y los parámetros diferenciados que pudieran recoger valores para caracterizar el contexto económico, se convirtieron en objeto de estudio y planificación. Por tanto, las necesidades, metas y participación del ser humano fueron marginadas en beneficio de objetivos macroeconómicos.A medida que el análisis estadístico aportaba estudios más exhaustivos a nivel nacional, se evidenció que, en algunos casos, países con crecimiento económico experimentaban un empeoramiento de las condiciones y la calidad de vida.Paralelamente, algunas sociedades con ingresos relativamente modestos, lograron niveles de bienestar humanos ciertamente satisfactorios. Estas disyuntivas entre los ingresos y el bienestar social también se extendían a países industrializados. Entonces había que revisar los conceptos de desarrollo, crecimiento económico y distribución de la riqueza.A comienzos de la década de los años 70, en la Universidad Sussex, del Reino Unido, se realizó un amplio estudio sobre cómo combinar crecimiento y distribución social. Las conclusiones fueron importantes: era necesario aumentar la productividad, pero analizando de quiénes y para quiénes. La redistribución de los medios de producción y los servicios básicos no sólo no era suficiente, sino que, a su vez, debía ser incrementada la productividad de la mayoría de los pobres.
El informe del Club de Roma de 1972, que resultó del proyecto sobre la Condición Humana, iniciado en 1968, marcó un hito en la conceptualización del desarrollo
El informe del Club de Roma de 1972, que resultó del proyecto sobre la Condición Humana, iniciado en 1968, marcó un hito en la conceptualización del desarrollo, al considerarlo como “el proceso que experimenta una sociedad para conseguir el bienestar de la población, relacionándose de forma armónica con el entorno natural, consiguiendo así, satisfacer las necesidades materiales y establecer las bases para que todo individuo pueda desplegar su potencial humano”(1). En contraposición al carácter netamente cuantitativo del crecimiento, el desarrollo es definido como un proceso que involucra aspectos cualitativos de la condición humana en un país, región, localidad o continente.La reformulación de la esencia del desarrollo continuó con la tesis del otro desarrollo, que fue promovida por sectores de Europa Occidental a través del informe “¿Qué hacer?”, aparecido en 1975. Su enfoque hace énfasis en el desarrollo como un concepto integral en el cual el ser humano y la satisfacción de sus necesidades constituye el objetivo supremo.Al respecto, una de las principales precisiones de los autores del informe plantea que: “El desarrollo es un todo; es un proceso cultural, integral, rico en valores; abarca el medio ambiente natural, las relaciones sociales, la educación, la producción, el consumo y el bienestar”. (2) Paralelamente con la tesis del otro desarrollo, toma cuerpo la aproximación al desarrollo por el camino de las “necesidades humanas básicas”, que tiene puntos esenciales de contacto con aquella concepción. Sin embargo, esta última tesis logra penetrar de forma más aguda en la identificación e inserción de las necesidades humanas dentro de la estrategia del desarrollo, lo cual trasciende hasta el marco de la teoría económica y permite un análisis más balanceado de la esfera del consumo.Al colocar el acento en la erradicación de la pobreza, el derecho al empleo, la distribución equitativa del ingreso y el acceso universal a los servicios básicos, ambas tesis (las dos anteriores) se inscriben dentro del movimiento renovador del pensamiento socioeconómico, que rompe con la óptica tradicional sobre los problemas del desarrollo.En correspondencia con el predominio de esta nueva concepción en la escena internacional, el Banco Mundial modificaría su criterio relacionado con la problemática del desarrollo, el cual se argumenta en la parte dos del Informe sobre el Desarrollo Mundial, 1990, titulado: “La pobreza y el desarrollo humano”. La propuesta, si bien parece conceder una mayor prioridad a los factores sociales o humanos en la estrategia del desarrollo, en la práctica no rebasó los límites de las concepciones cuantitativas que identifican el desarrollo con el crecimiento económico.Lo anterior se constata con claridad durante la década de los 80, especialmente en la primera mitad (1980-1986). En estos años, la explosión de la crisis de la deuda externa de los países subdesarrollados termina en forma abrupta con tres décadas de relativos progresos socioeconómicos y dio paso a la peor recesión después de la conocida durante los años 30, con el sensible empeoramiento de las condiciones de vida y agudos retrocesos sociales, en particular, entre los grupos de población más vulnerables, los niños y las madres.A mediados de esta década, surge el estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) titulado “Ajuste con rostro humano”, que como enfoque alternativo, insistió en la necesidad de tener en cuenta la dimensión humana de las políticas de ajuste e integrarlas a éstas en su conjunto, en lugar de considerarla como un componente adicional de bienestar. El modelo de ajuste con rostro humano, según sus propios autores, introduce “una dimensión de alivio de la pobreza en las necesarias políticas de ajuste, de igual manera que la redistribución del ingreso y la atención a las necesidades básicas lo hacen respecto a las políticas de crecimiento”. (3)
Las cuestiones asociadas a la pobreza y su superación devinieron, cada vez más, el centro de las concepciones latinoamericanas acerca del desarrolloLas cuestiones asociadas a la pobreza y su superación devinieron, cada vez más, el centro de las concepciones latinoamericanas acerca del desarrollo, que a partir de la profundización de la tesis de la “pobreza crítica” y, más tarde, con la formulación de reformas estructurales, se apartan de la visión tradicional del desarrollo latinoamericano y pretenden superar las limitaciones inherentes a las políticas de ajuste aplicadas hasta entonces.La tesis de la CEPAL de “transformación productiva con equidad” de finales de los 80, destaca dentro de los esfuerzos por articular lo que los autores denominan una “concepción actualizada del desarrollo: crecer, mejorar la distribución del ingreso, consolidar los procesos democratizadores, adquirir mayor autonomía, crear condiciones que detengan el deterioro ambiental y mejorar la calidad de vida de toda la población; en fin, la transformación de las estructuras productivas de la región en un marco de progresiva equidad social”.(4) En ese tiempo se evidencia que existían las condiciones necesarias tanto desde el punto de vista político y social como teórico-conceptual para avanzar hacia una adecuada revalorización de la dimensión humana del desarrollo. No es casual que en 1990 vean la luz tres informes sobre el tema (5) :
Informe sobre el Desarrollo Mundial, del Banco Mundial, dedicado ese año a la pobreza.
Desafío para el Sur, de la Comisión Sur.
Desarrollo Humano. Informe de 1990.
Sin abordar los demás por cuestiones de criterios de este autor (no por marginar sino por ganar en concreción), se puede ver que en este informe la Comisión Sur define el desarrollo de la siguiente forma:
“A nuestro juicio el desarrollo es un proceso que permite a los seres humanos utilizar su potencial, adquirir confianza en sí mismos y llevar una vida de dignidad y realización. Es un proceso que libra a la gente del temor a las carencias y a la explotación. Es una evolución que trae consigo la desaparición de la opresión política, económica y social (...). El desarrollo supone, por consiguiente, una creciente capacidad para valerse por sí mismo, tanto en el plano individual como colectivo”. (6)
De ahí es fácil inferir que el verdadero desarrollo, tiene que centrarse en las personas, estar encaminado a la realización del potencial humano, del bienestar social y económico del mismo, y desde luego, tener por finalidad el logro de lo que él considera que son sus intereses sociales y económicos.Es mediante la participación efectiva de los individuos de la comunidad y la sociedad, que el proceso de desarrollo puede orientarse hacia el logro de los valores de la comunidad en específico y la sociedad en general. Este logro es un componente indispensable del desarrollo, concepto que no puede restringirse a la satisfacción de las necesidades biológicas de sobrevivencias o materiales creadas por el sistema socioeconómico.Por otro lado, en el concepto de desarrollo convergen de un modo explícito dos dimensiones: La Económica y la Sociolocal. Sesgar el desarrollo hacia una de las dos dimensiones es muy dañino para la sociedad. Desgraciadamente el sesgo, tal y como se evidencia en el análisis que hasta ahora se ha llevado a cabo, ha sido hacia la dimensión económica. Autores como Gastón Berger han señalado que: (…) “Una teoría del desarrollo que solo trabaja con variables económicas es irrealista e inapropiada”. (7) El enfoque moderno de las teorías de desarrollo reconoce como indiscutible la existencia de factores no económicos en la dinámica de este. La posición unilateral de considerar solo los aspectos económicos está siendo superada, aunque generalmente es admitido que los problemas del desarrollo no se agotan en un análisis de variables económicas, esto no tiene mucha vigencia en el plano práctico.Un minucioso análisis pone de manifiesto que para lograr el desarrollo es necesario transformar hábitos, eliminar prejuicios, modificar conductas y modos de vida de seres humanos que se resisten al cambio, simplemente porque están habituados a modalidades antiguas o porque la nueva situación lesiona sus intereses. Es por ello que el cambio de actitud debe comenzar en el interior del ser humano: en su pensamiento.
Notas
[1] Martínez, J. Y J.M. Vidal. Economía Mundial. Madrid, Mc Graw Hill, 1995, página 254. La obra en la cual se recogen los principales resultados del informe del Club de roma se titula “Los Límites del crecimiento” (1972). Tres de sus autores, Donella H. Meadows y Dennis Meadows, junto a Jorgen Randers, han publicado una versión actualizada: “Más allá de los límites del crecimiento”(1992). [2] ¿Qué hacer? El informe Dag Hammarskjold 1975. Development Dialogue, Núm. ½, 1975, página 7.[3] Andrea, G. ;R. Jolly y F. Stewart. “Ajuste con rostro humano”. Madrid, Siglo XXI de España Editores, Vol. 1, 1987, página 8.[4] CEPAL. “Equidad y transformación productiva: un enfoque integrado”. Santiago de Chile, 1992, página 239.[5] Consultado en: Quintana Martínez, Onexy, Conde Lorenzo Eddy "Metodología para la participación de los miembros de la comunidad local en la solución de sus problemas ambientales. Propuesta de implementación en Santa Lucía". Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca, 2005.[6]Ídem. [7] Berger, G. Enciclopedia Francesa, tomo IX, 902. publicación institucional de la sociedad de cooperación para el desarrollo internacional, traducción al Español. 1995, página. 20.[8] Consultado en: Camargo Toribio, I A. 2003. “Aportaciones metodológicas para la implementación del turismo rural en la República de Cuba. Estudio de caso: zona turística de Viñales”. Universidad de Alicante.Tesis (En opción al grado científico de Doctor en Ciencias Geográficas) Ministerio de Educación Superior. Página 51.